Los vacíos que quedan en el corazón

El tiempo siempre pasa dejando mucho atrás. Con el paso de los años, el cuerpo y el alma se van cansando.

Nos duele ver que ya nada es igual, que todo ha cambiado, que nos falta energía, que se nos apagan las risas, y que se nos acaban las ganas de continuar. Quieras o no, el tiempo siempre pasa: Nuestros ojos se empañan con lágrimas, y el corazón acaba acongojándose por el amor…

Con el tiempo y el transcurrir nos enojamos con la vida, por los muchos problemas que tiene… Sentimos que la vida se vuelve una agonía por ver la forma en que pasan los años… Y es que así sucede, el transcurrir del tiempo es inevitable.

 

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También es inevitable pensar que el día de ayer estábamos llenas de fuerza, fortaleza, remanso, paz y alegría… Pero que hoy en cambio, la curva de la espalda se nos acentúa, caminamos en declive, sin sueños, sin anhelos, sin energías… y duele el alma. El tiempo trae añoranzas consigo:

Duele el saber que se deja para el mañana un abrazo, un beso, o tan sólo un “aquí estoy”, un te quiero quizás no con palabras pero sí con pequeños detalles que la hagan sonreír, ¡Es cierto!, sé que la vida pasa, que el inevitable tiempo va causando estragos en el cuerpo y se van perdiendo muchas cosas… pero incluso así me duele, y le pido a Dios que nos proteja, que nos bendiga, que nos cubra con el manto maravilloso de sus brazos, y que nos llene de su amor…

No queda más que aceptar el pasado: Son noches de insomnio, con los ojos abiertos mirando en la oscuridad, pensando, deseando detener el tiempo implacable… pero la vida es así: hoy entregas la vida misma y mañana te vas rezagando en el pasado, en ese ayer en el que fuiste dejando la energía que se desvanece como el viento.

Añoranzas, recuerdos, cosas dichas y no dichas, silencios, experiencias, sentimientos y amor… Hoy quizás incluso estés recordando la suavidad de esos brazos que tanto te consintieron y que tanto te amaron. Aquel amor que lo fue todo en tu vida, quizás lo presientes ahí cerquita de ti con los brazos abiertos y te pegue a su pecho dándote esa calidez que sé que has añorado. ¡Cuántos suspiros debes haber dejado salir de tu pecho!, ¡cuánta fragilidad en tu piel y en tu cuerpo! Todo pasa, pero el corazón permanece: Hay cosas que quedan sin decir, cosas que no se pudieron expresar, sentimientos que quedaron suspendidos en el aire, y recuerdos de cosas que se sintieron con el corazón, palabras que no llenaron a salir de la boca, sentires que fueron callados… Así es la vida. Sé que la vida pasa, sé que el tiempo inevitablemente pasa… pero el sentir callado se queda intacto en el corazón. Siempre, siempre.

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