La presión de la sociedad para que seamos mujeres delgadas

Difícilmente encontraríamos a una mujer que no deseara, aunque sea por un momento, tener el cuerpo de una modelo. Todas las mujeres, sin excepción queremos estar mucho mejor, pero debemos entender que las tareas del diario vivir no nos dan el tiempo ni la oportunidad de ser constantes, porque no existe una fórmula “Express” o rápida que ejerza el milagro tan deseado para adelgazar.

Formamos parte de un mundo en el que se ha hecho de la belleza una obsesión, el ser delgada es un sinónimo de belleza, y nos ametrallan con propaganda, cada cual muy prometedora: “pierde x libras sin hacer dieta”, “baja 20 kilos, por 20 dólares en 10 semanas”… todos prometen la maravilla de adelgazar sin mucho esfuerzo y en poco tiempo, el problema para muchas mujeres empieza cuando el espejo no les devuelve la imagen que tanto desean ver.

 

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Todas las mujeres vivimos en una constante competencia por quien viste mejor, quien calza mejor, quien tiene el mejor perfume, la mejor figura, el mejor tinte, el mejor corte de pelo, el mejor maquillaje, y todas esas cosas que nos han llevado en estos últimos tiempos a vivir un estilo de vida superficial, el ser bonitas y esbeltas, es lo que la sociedad nos ha señalado y hasta exigido.

Todo esto se puede convertir en un problema de altas proporciones especialmente entre la gente joven, muy pocas veces pensamos antes de hablar, sin darnos cuenta de que unas cuantas palabras pueden llevar a una joven a obsesionarse por su figura, llevando incluso al peligro de convertirse en una enferma de bulimia y anorexia. Es necesario poner especial atención a las mujeres jóvenes de nuestra familia, muchas veces expresamos nuestra ternura con palabras que pueden tener el efecto contrario a lo que queremos decir.

Puede que sin darnos cuenta estemos señalando con palabras o con un sobrenombre la figura o apariencia de nuestras jóvenes en la familia, “mi gorda”, “gordita” y hasta comentarios desagradables que afectan negativamente. Esto a largo plazo puede producir resultados trágicos, a consecuencia de la obsesión por mantenernos delgadas. Los piropos y palabras que normalmente entenderíamos como positivas y bonitas, también pueden afectar negativamente; “mi flaca”, “qué buena estás” cuando se le dice a alguien que está delgada puede llevar implícito la importancia de ser delgada para ser bien valorada, poniendo así la presión de siempre estarlo.

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