Ojo con el sol. No cometamos estos errores

Aunque nos avisan de que hay que protegerse de las quemaduras, seguimos sin tomarnos en serio los peligros del sol y terminamos con la piel irritada y llena de quemaduras, convirtiendo los días de placer en un infierno.

 

A todos nos encanta el sol y todo lo que viene con él: el buen tiempo, la alegría del verano y las vacaciones y, por supuesto, lucir una tez dorada en la playa.

 

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Pensar que si está nublado no nos quemamos

Si y no. Las nubes filtran parte de la radiación ultravioleta del sol, pero no toda. La que se escapa incide directamente en nuestra piel, aunque al estar nublado, la temperatura es más baja y no tenemos esa sensación de estar quemándonos. Así que recuerda, aunque el día se levante encapotado, échate crema igualmente. Las nubes no son uniformes y la radiación que filtra puede ser igual de perjudicial que un día soleado.

 

El agua hace posible que nos quememos

Cuando estamos bañándonos los rayos del sol se reflejan y penetran en el agua, de forma que inciden en nuestra piel e incluso podrían verse potenciados por el efecto lupa que ejerce el agua. Lo ideal es utilizar una crema resistente al agua.

 

Cuidado con la duración de protección de las cremas

La crema tiene un tiempo máximo de protección, que se suma a la capacidad de tu propia piel de protegerte de los rayos UVB. Pero además, el sudor, el roce con la ropa o el baño terminan eliminándola. Lo más aconsejable para garantizar que estás protegido en todo momento es tener una crema solar que sea resistente, y repetir la aplicación cada dos horas , sin importar lo alto que pueda ser el factor de protección solar.

 

Uso de protector solar adecuado

Pues depende. Lo aconsejable es que uses el protector solar más alto y recomendado para tu piel. Existen distintos niveles de protección, por lo que primero tienes que conocer exactamente el tipo de piel para saber tu tolerancia al sol y el tipo de exposición que vas a realizar, y escoger con conocimiento.

 

Siempre hay que centrarse en las zonas del cuerpo que son más delicadas, como la cara, el escote y los hombros. Pero no podemos descuidar aquellas zonas que se convierten en las grandes olvidadas a la hora de ponernos la crema: el cuello, la calva, las manos, las orejas y los empeines. Zonas que por nuestra dejadez acaban tremendamente irritadas tras un día de larga exposición.

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